Foto cortesía Valeria Reyes
“Quítate tú pa’ ponerme yo… quítate tu…” se le escuchaba cantar a Héctor Lavoe junto a la Fania All Stars, en un contrapunto con sus amigos Cheo Feliciano, Ismael Miranda y Johnny Pacheco, allá a comienzos de los setenta, en una “competencia” festiva para ver quién cantaba mejor…
Hoy en día, tal vez el título de la canción resulte políticamente incorrecto, pues remitiría a situaciones bastante ásperas. El mundo cada vez es más pequeño y pareciera que no hay espacio para todos. Límites. Fronteras. O unos u otros. Nunca juntos. Y muchos quedándose afuera, en la periferia.
En este contexto es donde el último trabajo de Rorro Berjano, se me presenta como una “rara avis”. Porque ¿qué nos queda cuando todo se nos vuelve cuesta arriba? ¿A qué recurrimos cuándo nos sentimos despojados o vivimos bajo la amenaza constante del despojo? Tal vez nos queden algunos santos, los difuntos cercanos y ciertos fetiches para aferrarnos a algo… ¿Nos pasará a todos lo mismo?
Creer en algo o en alguien. No importa si es un iPhone o la Virgen de Guadalupe, un bastón Orisha o Chano Pozo…El asunto es encontrar una tabla de salvación. Algo que nos dé sentido…Claro que, cuando estamos tan vulnerables, podemos cometer errores enormes…Y los ejemplos abundan.
Aquí les dejo mi encuentro virtual con Rorro, con motivo de su increíble exposición «Santos, Difuntos, Dieux et Fetiches» en la Delimbo Gallery en Sevilla, la cual podrá visitarse hasta el 10 de Septiembre.
Mil gracias Rorro por tu buena onda y por tu trabajo que es excelente. Una super entrevista con la que inauguro la nueva etapa de mi blog!!!
Y por supuesto gracias enormes al artista madrileño Jonipunto y a Valeria Reyes sin los cuales esta entrevista no habría sido posible.
Foto cortesía Delimbo Gallery
La primera fotografía que descubro de tu exposición es un increíble altar donde se mezclan un montón de elementos. Me parece que es como una autobiografía hecha con imágenes, una bitácora de viaje, un repaso por tu personalidad y tus señas de identidad, una declaración de principios. Una radiografía y una invitación: éste soy yo.
Como muy bien dices, esta es la pieza más autobiográfica. También funciona como bitácora de viaje ya que habla casi exclusivamente de mi, hace referencia a personajes y objetos que han sido importantes en mi biografía y revisa, a nivel técnico, las diferentes etapas de mi trabajo artístico.
Es una especie de homenaje a grandes artistas como Hector Lavoe, Ismael Rivera, Jean-Michel Basquiat, Keith Harring y un gran etcétera.
El tema de los objetos es como un ready-made prefabricado. Son objetos aparentemente convencionales a los que yo quiero dar elevación artística, por el significado que cada uno de ellos representa en mi vida. Efectivamente, éste sería “yo”.
Foto cortesía Delimbo Gallery
En una entrevista en El Correo de Andalucía, dijiste que este altar (y tal vez toda tu obra) “es un palimpsesto de mis objetos de poder”. Entendiendo que todo palimpsesto es una reescritura donde se descubren las huellas del pasado donde algo ha cambiado: ¿cuál sería el matiz que ha cambiado en esta reescritura que propones ahora?
El matiz que ha cambiado es claro por el significado de ciertos símbolos o iconos: éste permanece pero los significados cambian.
Es el sentido conceptual que tienen algunas de las piezas de la muestra, como por ejemplo “I.N.R.I.” o “Mater Dolorosa”, que son iconos del imaginario católico pero con un significado muy distinto. Hablan de un nuevo modo de espiritualidad, de la adoración a los nuevos dioses del consumo y del cambio de lo espiritual por lo material.
Mucha gente idolatra ciertos iconos porque están en el subconsciente colectivo. Adoran por impulso, a modo de fallo de fábrica, de tara. Hoy en día es indudable que es infinitamente más importante lo que posees que lo que realmente eres.
Foto cortesía Valeria Reyes
Desde el título de la muestra hay una marcada tendencia hacia lo espiritual, pero también hay una carga crítica, donde lo espiritual está muy cerca del consumismo y el marketing. ¿Qué sientes tú que tiene más peso en esta «puesta en escena»?
Creo que la balanza esta nivelada, pero entiendo que bajo la mirada del espectador, puede tener más peso la parte crítica.
Son piezas muy llamativas y seductoras, que están dentro del imaginario colectivo con una lectura bastante evidente, por eso creo que el público puede comunicarse mucho mejor con ellas, a pesar de que también están siendo usadas en los medios como herramienta de polémica. Las piezas más autobiográfica son las que narran la parte espiritual, son más complejas y, en sentido, estoy relatando sobre tradiciones, personajes populares, folclóricos y espirituales que son desconocidos en mi país.
De todas formas, la muestra trata el tema de la espiritualidad como algo protagonista, así como el consumismo exacerbado, que también es una especie de nueva espiritualidad contemporánea. Hay gente que casi llega al éxtasis al entrar en las tiendas de ropa low cost, por poner un ejemplo, o que sienten que pueden decidir como auténticos dioses por el hecho de poseer grandes fortunas.
En la vida moderna, en la guerra entre espiritualidad y consumismo, gana el consumismo por goleada.
Foto cortesía Delimbo Gallery
Descubro algunos exvotos que me parecen muy humorísticos, como el del «Escate or die» donde un skate le agradece a la Virgen de Guadalupe el milagro del colchón que le salvó la vida, o la del chico que agradece en «Big Mac» el milagro de poder todos los días comerse una hamburguesa de Mc Donalds, o el «Autorretrato», donde describes el milagro que viviste cuando se incendió tu taller. Siempre está la muerte o su contraparte, pero, ¿también es posible que en tu obra se reivindique la necesidad de creer en algo?
Lo de creer en algo es una necesidad colectiva, aparte de que la gente tenga una tendencia a lo espiritual o a reincidir en lo banal, pero a la hora de la verdad y en las situaciones más terribles, todo el mundo recurre a la fe y pide ayuda a algún tipo de ser supremo, llámalo A, B o C.
Hablando desde el prisma personal, pienso que algo muy importante en la vida es creer en nosotros mismos y tratar de actuar con un cierto criterio de justicia, es algo que para mi ha sido muy útil.
Uno de tus exvotos es un homenaje a Samo, con su famosa frase «For those of us who merely tolerate civilization» (“Para aquellos de nosotros que apenas toleramos la civilización”). Y te pregunto, si el sincretismo tan acusado en tu obra es el recurso del que dispones para, parafraseando a Basquiat, «tolerar la civilización»…
La raíz del sincretismo en el Caribe ya es un puro gesto de intolerancia, fue una imposición de los colonos y terratenientes españoles a los esclavos, obligándoles a cambiar sus iconos animistas por los de la tradición cristiana, de esa manera y clandestinamente, ellos podrían realizar sus ceremonias.
En ese sentido si que podría ser un recurso que me conduce en la misma dirección del pensamiento de Basquiat, esta es una frase que realmente me representa, siento ser unos de esos que apenas toleran la civilización. Al final, la historia del sincretismo, sin hablar de la etimología concreta de la palabra, es una historia que se repite una y otra vez en la historia, nos obligan continuamente a modificar nuestro modo de vivir. En la época de la esclavitud mandaban unos pero, en la actualidad, mandan otros y los que no mandamos estamos obligados a obedecer o revelarnos. Quizás eso sea algo que encierre también mi discurso como artista, la necesidad de sentirme libre para decir lo que quiero y no someterme a nadie, eso es una de las ventajas de dedicarme a la creación, nadie puede decirme cómo lo tengo que hacer, ni dónde ni cuando.
Foto cortesía Delimbo Gallery
En esta exposición rindes tributo a grandes personajes del graffiti como King Robbo, Muelle o Basquiat. También hay una pieza bastante particular, una esquela funeraria del urban art. ¿Hay una defensa del graffiti y una crítica al arte urbano visto como moda y consumo?
Pues si, eso es.
Hablando de la etimología de la palabra o de significantes y significados, el graffiti es un termino que controlo y conozco, siendo una forma de designar algo muy concreto.
Sin embargo, con el arte urbano, realmente pasa lo contrario. Me parece una denominación inconcreta. Sé que tiene una clara raíz en sus comienzos, pero hoy en día me he perdido. Es un término que no controlo y que me deja la misma sensación que con el arte contemporáneo: es complejo y laberintico, cada vez menos lúcido.
Lo que si voy teniendo muy claro, con el paso de los años, es lo que me interesa y lo que no dentro del mundo del arte actual.
En ningún momento es una crítica a los artistas que se sienten representados con esa etiqueta, pero las modas tienen la cualidad de arrastrar lo bueno y lo malo, es lo que creo que está pasando con el street art: existen muchos realmente buenos, pero también muchos realmente malos y vulgares.
En el comienzo de la película de Basquiat, aparece el critico de arte René Ricard escribiendo en un banco de Central Park y una voz en off señala “todo el mundo quiere subirse al carro de Van Gogh”.
Hoy en día podríamos decir que todo el mundo quiere subirse a la limusina de Basquiat.
Foto cortesía Delimbo Gallery
Tengo entendido que durante un tiempo la calle fue tu espacio de expresión. ¿Qué se pierde y qué se gana en el tránsito del graffiti al estudio y/o viceversa?
Pues gano tranquilidad, introspección, la propia banda sonora de mi película, tener todo lo que necesito a mano, parar y continuar cuando decida…
Lo que pierdo es la parte colectiva que acompaña al arte en la calle aunque, para hacer arte la verdad, estoy muy acostumbrado y necesito de la soledad.
El componente colectivo es algo que también me interesa, de hecho, me muero de envidia sana al ver tantos buenos amigos viajando a festivales de arte urbano a pintar, pasándose la vida de un lado a otro: eso si es una pérdida real, el no viajar todo lo que quiero.
Foto cortesía Delimbo Gallery
Y para finalizar, cuéntame un poco cómo se produjo en ti esa identificación con la cultura afrocubana, la santería, la imaginería caribeña…
Pues todo empezó en 1998, por un libro que me regalaron de Jordi Esteva, llamado “Viaje al Pais de las Almas”. Es un libro foto-documental con una linda historia narrada a partir de una etnia animista de Costa de Marfil. Fue mi primer acercamiento a los cultos animistas. A partir de este momento, mi interés por el animismo africano fue casi obsesivo. Tuve varios intentos frustrados de viajar a África, pero mi inclinación por estos cultos se salvaguardó.
En el año 2000, conocí a un cubano excepcional llamado Pablo Hernández Ocaña, con el que empecé una gran amistad. Él logró llegar a España con la agrupación de Lázaro Ros: una eminencia en la música folclórica cubana.
Mi amigo Pablo, muy buen conocedor de todos los cultos espirituales sincréticos afrocubanos, era músico ceremonial (Omo Aña). Él fue quien me introdujo en este magnífico imaginario de rituales animistas, poco a poco, porque he de decir que son muy celosos y respetuosos con sus cultos, dogmas y ritos.
En el 2004, tuve la oportunidad de viajar por primera vez a Cuba y ahí empezó mi inmersión y estudio en estos cultos.
Tuve la oportunidad de asistir a muchas ceremonias y fiestas tradicionales y, por supuesto, pude nutrirme de todo el imaginario decorativo que acompaña este tipo de manifestaciones. Todas de una naturaleza y belleza sublimes.
Entre los años 2005 y 2007, seguí viajando a la isla y estuve trabajando exclusivamente sobre estos cultos y tradiciones. También en España he tenido oportunidad de asistir a infinidad de ceremonias y, poco a poco, me fui apoderando de todo este solemne imaginario e interesándome antropológicamente por otros paralelismos afines en el Caribe. Hay una expresión, de la que habla mucho un buen amigo antropólogo Jesús Cosano, gran estudioso de la historia de la cultura negra en Andalucía, y que creo que representa muy bien mi trabajo: “el Caribe afro-andaluz”.
Gracias infinitas Rorro por tus respuestas!!!! Ojalá podamos brindar en Sevilla por tu exposición y por coincidir con tantos fetiches!!!
Anita Slowly
Madrid 2016